En el silencio de mi voz
encuentro la eufonía de la tuya,
se desliza por mi pueblo:
va sin armadura.
Me cuenta que tus ojos
son fruta de un árbol prohibido,
que vuelven fárragos cualquier futuro estallido.
En el silencio de mi voz me entero de quien eres
y de quien soy cuando estoy contigo.
Con el silencio de mi voz escucho:
el silencio de nuestros cuerpos perdidos.
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